La comunidad internacional debe seguir prestando gran atención a la preocupante situación de los derechos humanos en la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y encontrar la manera de reavivar el diálogo con el Gobierno, dijo un alto funcionario de la ONU al Consejo de Seguridad de la ONU este miércoles.
Los embajadores de ese órgano de seguridad de la ONU celebraron una reunión abierta sobre los derechos humanos en el país, comúnmente conocido como Corea del Norte, convocada por Japón, la República de Corea, el Reino Unido y Estados Unidos.
China y Rusia se opusieron a la reunión y pidieron una votación de procedimiento a los 15 miembros, que fue rechazada.
Solos y claustrofóbicos
Desde Ginebra, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos describió a Corea del Norte como “un país aislado del mundo” y “un entorno asfixiante y claustrofóbico, donde la vida es una lucha diaria carente de esperanza”.
Volker Türk instó al Gobierno a “dar la vuelta a las ortodoxias y superar su mentalidad aislacionista, que sólo engendra una desconfianza cada vez más profunda, desencadenando una espiral interminable de pensamiento de grupo a expensas de un futuro más próspero y seguro para su pueblo”, y añadió que “los derechos humanos, en todas sus dimensiones, ofrecen una solución y un camino a seguir”.
El carácter prolongado de la situación de los derechos humanos allí “está atrapando a la gente en un sufrimiento sin paliativos”, además de ser un factor de inestabilidad que tiene ramificaciones regionales más amplias.
“No es posible separar la situación de los derechos humanos en la República Popular Democrática de Corea de las consideraciones en torno a la paz y la seguridad en la península, incluida su creciente militarización”, insistió.
Imposibilidad de salir
Türk destacó la creciente represión del derecho a la libertad de circulación en Corea del Norte. En los últimos meses se ha producido una reapertura parcial limitada de la frontera, y ahora es casi imposible que la gente salga a menos que tenga permiso del Gobierno.
“En resumen, estamos asistiendo a una situación en la que la gente ya no puede salir ni siquiera cuando se encuentran en las circunstancias más desesperadas o en peligro de persecución”, dijo.
“Una consecuencia es que las familias divididas están aún más divididas. Que no haya salidas significa que no hay reunificación con las familias en el extranjero”.
Leyes duras, consecuencias escalofriantes
La represión de la libertad de expresión también ha empeorado, sobre todo debido a las leyes sobre el consumo de medios de comunicación extranjeros, la eliminación de dialectos regionales y la garantía de que los jóvenes “se ajusten a un estilo de vida socialista”, todo lo cual conlleva duras penas.
Un “ejemplo especialmente escalofriante” es que los norcoreanos “corren peligro de muerte por el mero hecho de ver o compartir una serie de televisión extranjera”.
Hambre y trabajos forzados
Türk señaló que las condiciones socioeconómicas se han vuelto “insoportablemente duras” y se mostró especialmente preocupado por la falta de acceso a los alimentos.
“Los informes indican que casi la mitad de la población sufre inseguridad alimentaria en los últimos años, y en algunas provincias aumenta la emaciación infantil”, dijo,
Mientras tanto, “el trabajo forzado persiste en muchas formas” y las autoridades mantienen también un alto nivel de control sobre los trabajadores enviados al extranjero.
El responsable de derechos de la ONU dijo que también ha planteado constantemente la cuestión de las desapariciones forzadas, tanto dentro de Corea del Norte como de ciudadanos de otros países, como los vecinos Corea del Sur y Japón, que se han producido en los últimos 70 años.
“Dolorosamente, la verdad sobre el destino de estas personas, que estimamos en más de 100.000, sigue siendo desconocida hoy en día”, afirmó.
Un giro de 180 grados para salir del aislamiento
Turk subrayó la importancia de que la comunidad internacional siga prestando atención a la situación de los derechos humanos en Corea del Norte.
“El panorama de miseria, represión, miedo, hambre y desesperanza es profundamente alarmante”, afirmó.
“Todos los caminos para salir de esto empiezan por dar un giro de 180 grados desde el callejón sin salida del aislamiento autoimpuesto: abrir el país, volver a comprometerse con la comunidad internacional, permitir el contacto entre las personas, abrazar la cooperación internacional y centrarse en el bienestar de todas las personas.”
Prioridad a los objetivos militares
La relatora especial de la ONU sobre los derechos humanos en Corea del Norte también se dirigió al Consejo.
Elizabeth Salmón informó de que el aumento de las tensiones en materia de seguridad en la península coreana se ha visto impulsado por la decisión del Gobierno el pasado mes de septiembre de incluir en la Constitución una política de refuerzo del desarrollo de armas nucleares, seguida del anuncio en enero de que dejaría de perseguir la unificación con la República de Corea.
“La suspensión del acuerdo militar global de 2018 por ambas partes también subraya la gravedad de los problemas a los que nos enfrentamos este año”, dijo.
Salmón dijo a los embajadores que la continua priorización por parte del Gobierno de sus programas militares, nucleares y de misiles ha supuesto una gran carga para la población, especialmente para las mujeres y los niños.
“Los recursos disponibles para hacer realidad los derechos humanos se reducen, la explotación de la mano de obra para financiar la militarización se vuelve rampante y, como resultado, la protección de las libertades fundamentales y los derechos humanos a menudo se pasa por alto”, dijo.
Aprender una horrible verdad
También informó a los embajadores el representante de la sociedad civil Gumhyok Kim, que habló “en nombre de millones de norcoreanos a los que se niegan las libertades más básicas de la humanidad”.
Kim, que desertó hace 12 años, admitió que estaba nervioso por hablar en el Consejo “pero me armaré de valor pensando en mis amigos de mi patria, que sueñan con la libertad de decir lo que voy a decir”.
Nacido en el seno de una familia importante de la capital, Pyongyang, Kim tenía 19 años cuando se marchó a estudiar a Pekín en 2010. A través de Internet, dijo que conoció su patria y “la horrible verdad” que hasta entonces se le había ocultado.
“El país que supuestamente no tenía nada que envidiar al resto del mundo no aparecía por ninguna parte”, dijo Kim, con la voz quebrada por la emoción. “En su lugar había campos de prisioneros políticos, muerte por inanición, ejecuciones públicas y gente arriesgando la vida para escapar“.
Kim instó al Consejo a “ponerse del lado del pueblo norcoreano, no de la dictadura. Debemos dar la misma importancia a los derechos del pueblo norcoreano que a las armas nucleares y los misiles”.
Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).
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