Se espera que, la iniciativa del programa de lectura para presos en las cárceles de Filipinas apoyada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), contribuya también a aliviar el hacinamiento crónico en los centros de detención del país del sureste asiático.

“Me gusta leer, sobre todo novela histórica”, declaró un hombre, al que llamaremos Dave, a Noticias ONU en una visita a la cárcel de Iligan. “La lectura me distrae, me ayuda a pasar el tiempo y me aparta de mis problemas. También me da una sensación de libertad que no puedo conseguir en la cárcel”.

Las novelas gráficas son populares entre los usuarios de la biblioteca.

Dave, que lleva un mes cumpliendo una condena de seis meses, pasa hasta ocho horas al día en la biblioteca de la cárcel de la ciudad de Iligan.

Actualmente está absorto en una novela gráfica titulada El Filibusterismo, una adaptación de un relato del venerado intelectual y activista político filipino José Rizal.

Más lectura = mayor reducción de condena

La lectura no sólo ha proporcionado a Dave una liberación de la monotonía de la vida diaria dentro de este centro, sino que también le ayudará a conseguir una reducción de condena.

Participa en el programa Magbasa Tungo sa Paglaya o Read Your Way Out, que cuenta con el apoyo de la UNODC en Filipinas. Por cada 60 horas que los presos de esta cárcel pasen leyendo cada mes, pueden conseguir una reducción de 15 días en su condena.

“Para mí es una gran ventaja, porque me encanta leer. Cuanto más leo, más corta es mi condena”, dice Dave, quien trabaja como auxiliar de biblioteca, y es “compañero de lectura”. Su función es animar a otros presos a leer y ayudarles a elegir libros de la biblioteca.

Entre diez y 20 presos toman libros prestados a diario, y la esperanza es aumentar ese número para incluir a otros reclusos que no suelen sentirse atraídos por la lectura.

Una funcionaria de la prisión elige un libro de la biblioteca.

La biblioteca cuenta con una selección de libros, tanto de ficción como de no ficción, en inglés y tagalo, la lengua nacional filipina. Hay una selección de libros de autoayuda y de derecho, que los presos de esta cárcel encuentran especialmente útiles, ya que la inmensa mayoría está en prisión preventiva a la espera de su día en los tribunales. También hay textos religiosos, tanto para la población musulmana como para la cristiana.

El catálogo se elaboró en colaboración con la Biblioteca Nacional de Filipinas, que también impartió formación sobre gestión de bibliotecas a los funcionarios de prisiones. Chad Diaz, jefe de la sección de formación, dijo: “Es una idea perfecta. Nuestra misión en la Biblioteca Nacional es llegar a todas las personas, especialmente a los grupos marginados. Además, es una forma excelente de capacitar a nuestros hermanos y hermanas privados de libertad”.

El proyecto piloto en la cárcel de la ciudad de Iligan se puso en marcha en abril de 2024 y ya está marcando la diferencia, según el funcionario de prisiones Reiaine Sulit. “Fue abrumador cuando recibimos tantos libros. Los presos estaban muy contentos. (…) Creo que la lectura aporta una sensación de calma a la cárcel”.

Cárceles superpobladas

La cárcel de Iligan, como muchos centros de detención de Filipinas, está gravemente superpoblada. Actualmente hay unos 550 presos alojados en unas instalaciones diseñadas para sólo 270 personas.

Rafael Bareto Souza, oficial de Prevención del Delito y Justicia Penal de la UNODC, afirmó que el programa podría contribuir a reducir el hacinamiento en las prisiones de Filipinas. “El objetivo principal es la descongestión de las instalaciones, pero tiene el beneficio añadido de aumentar las tasas de alfabetización y los niveles educativos, así como de ayudar a la reinserción de los presos en la sociedad tras su encarcelamiento”.

La descongestión de las prisiones se ha convertido en una prioridad clave para el gobierno filipino tras un cambio de política hacia un enfoque más humano del tratamiento de los reclusos. Aligerar el hacinamiento mejora las condiciones de los presos y reduce el consumo de servicios como la sanidad.   

Reiaine Sulit es una empleada de la cárcel que trabaja en la biblioteca.

El concepto de reducción de penas en función de la lectura es común en algunos países de América Latina y Europa, pero “este sistema de incentivos para la reducción de penas es el primero en Asia”, informó Souza. “Es innovador y progresista, y otros países de la región se han interesado en la idea”.

En la cárcel de Iligan la lectura continúa. Un recluso estudiaba un libro de derecho titulado Evidence Explained (Explicación de los hechos) para preparar una reunión con su abogado al día siguiente. Otro discutía con su compañero de lectura un libro de autoayuda titulado Don’t Worry (No te preocupes), mientras que un tercero estaba deseando leer la novela El conde de Montecristo, después de haber visto la película del mismo nombre antes de entrar en la cárcel.

Los gustos y preocupaciones de los hombres pueden ser diferentes, pero todos se beneficiarán de la reducción de sus condenas como resultado de su participación en el programa de lectura.

Dos reclusos comentan sobre un libro de autoayuda.

Algunos datos sobre la UNODC y las bibliotecas de las prisiones

  • La UNODC trabajó con las autoridades penitenciarias en una política que pretende establecer “una biblioteca funcional y sostenible para cada cárcel”
  • La UNODC puso en marcha la aplicación de esta política con la creación de trece nuevas bibliotecas carcelarias en todo el país (incluida la prisión de la ciudad de Iligan), equipadas con libros, estanterías, ordenadores y otros materiales
  • En julio de 2023, el 28% de las cárceles tenía al menos algunos libros a disposición de los reclusos. A principios de 2024, esta cifra había aumentado en un 4%
  • Está previsto que la ampliación a 467 prisiones de Filipinas se lleve a cabo con el apoyo de los gobiernos locales a través del presupuesto ordinario destinado a las bibliotecas públicas de la comunidad

Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).

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