Mientras el número de muertos sigue aumentando en Myanmar tras la tragedia del terremoto del pasado viernes, el personal humanitario de la ONU se ha apresurado a ayudar a las víctimas gravemente necesitadas y traumatizadas, advirtiendo de que se está cerrando la ventana para salvar vidas.

En declaraciones a los periodistas desde Yangón, Julia Rees, representante adjunta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en el país, describió las necesidades masivas que aumentan cada hora tras el seísmo de 7,7 grados de magnitud.

«Comunidades enteras han sido arrasadas», dijo, con niños y familias durmiendo a la intemperie sin hogares a los que regresar.

«Conocí a niños conmocionados por el derrumbe de sus casas o por la muerte de un familiar (…) algunos han sido separados de sus padres y otros están en paradero desconocido», explicó.

Unas 72 horas después de que el seísmo sacudiera las regiones de Mandalay y Sagaing, así como Nay Pyi Taw y el sur del estado de Shan, el número de víctimas mortales ha aumentado hasta cerca de 2000, según la junta militar del país, con cientos de personas en paradero desconocido y miles de heridos.

«En todas las zonas afectadas, las familias se enfrentan a una grave escasez de agua potable, alimentos y suministros médicos. Pero las condiciones siguen siendo extremadamente difíciles, ya que los equipos de ayuda trabajan «sin electricidad ni saneamiento, durmiendo a la intemperie, como las comunidades a las que servimos».

Respuesta internacional

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) declaró que los equipos locales de búsqueda y rescate, apoyados por unidades internacionales de rescate de varios países como China, India, Rusia, Tailandia y Bangladesh, han estado «intensificando sus esfuerzos» especialmente en el centro de Myanmar, que ha seguido sufriendo réplicas.

El máximo responsable humanitario de la ONU sobre el terreno, Marcoluigi Corsi, recién llegado de una visita a la capital del país, Nay Pyi Taw, declaró que, a medida que se estrechaba el margen crítico para encontrar supervivientes bajo los escombros, las condiciones en las zonas afectadas seguían deteriorándose.

«No hay electricidad ni agua corriente», dijo, mientras la gente luchaba contra el calor del verano. «A menudo hay réplicas y la gente tiene miedo de entrar en sus casas», añadió.

Hospitales desbordados

Fernando Thushara, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Myanmar, dijo que en Nay Pyi Taw vio hospitales «desbordados de pacientes».

«Los suministros médicos se estaban agotando. Había cortes de electricidad en algunos hospitales (…) y escasez de agua corriente», dijo, añadiendo que en algunos casos los generadores eléctricos no funcionaban y los hospitales carecían de combustible.

Thushara advirtió de que la falta de agua potable y saneamiento podría alimentar brotes de enfermedades infecciosas «a menos que los controlemos muy rápidamente».

Recordó que hace unos meses varios municipios de Mandalay se habían visto afectados por el cólera. Hasta febrero se habían registrado unos 800 casos de esta enfermedad transmitida por el agua en nueve estados y regiones de Myanmar, mientras que otras enfermedades infecciosas como el dengue, la hepatitis o el paludismo podrían propagarse aún más.

La grave situación sanitaria no es la única crisis a la que se enfrenta la población de Myanmar. El portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Babar Baloch, subrayó que el país se «tambalea» tras cuatro años de conflicto desencadenado por un golpe militar en 2021.

Baloch habló de una «doble tragedia» para el pueblo de Myanmar, destacando el hecho de que, incluso antes de que se produjera el devastador terremoto, todas las zonas afectadas acogían ya a 1,6 millones de personas desplazadas.

Corsi subrayó que la capacidad de recuperación de las comunidades afectadas por la catástrofe está ahora muy comprometida. Cerca de 20 millones de personas en todo el país ya necesitaban ayuda humanitaria antes del seísmo y más de 15 millones pasaban hambre. Transcurridos más de tres meses, el llamamiento humanitario de la ONU para Myanmar, por valor de 1100 millones de dólares, sólo cuenta con un 5% de financiación. «Ha llegado el momento de que el mundo dé un paso al frente y apoye al pueblo de Myanmar», concluyó.

 

Source of original article: United Nations (news.un.org). Photo credit: UN. The content of this article does not necessarily reflect the views or opinion of Global Diaspora News (www.globaldiasporanews.net).

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